viernes, 4 de julio de 2008

LA ROSA METÁLICA

Una rosa se derrite al sol. De sus pétalos derrama un metal color violeta. Pero lo más interesante de esta situación, que yo contemplo estupefacto, es que otra rosa completamente diferente va naciendo de ella misma; el líquido vuelve a subir y ella se convierte en una rosa de metal. A mí me sucede una cosa extraña; mi cabeza se desgaja en dos y veo con un ojo que tengo en el centro del cerebro.
Recordé que antes de transformarse, la rosa vio como un tractor derribaba a un árbol viejo y frondoso que había sido su amigo. También, que a una mariposa le explotó el corazón al contemplar la aberrante masacre selvática. Pero la rosa había sido lastimada por la pala del tractor y sintió pánico. Un pánico que la llevó a querer ser de metal.
Han pasado siglos y la rosa metálica intenta seducir a los abejorros para que le extraigan el polen, pero no lo consigue. Entonces, todos los días sube a un pequeño cohete y vuela a Marte. Desde allí contempla a través de un telescopio la tumba del viejo árbol.

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